viernes, 16 de julio de 2010

ESTRES: UN CAMINO AL SINDROME DEL QUEMADO Y A LA FIBROMIALGIA

Científicos de Países Bajos descubrieron una manera de sobreponerse a las consecuencias del burn out o “síndrome del quemado". “Qué hacer para volver a la rutina sin recaídas”, así se denomina la investigación realizada por la Universidad de Utrecht.
El Burn Out significa, literalmente, "quemado". Los especialistas lo definen como un estado de "vacío interior", "desgaste espiritual", "infarto del alma”.
Es una patología severa, relativamente reciente, que se relaciona con el ámbito laboral y el estilo de vida que se lleva. Origina agotamiento grave, desgano hacia el trabajo y reduccción de la eficacia laboral.
Es un trastorno emocional provocado por el trabajo y conlleva graves consecuencias físicas y psicológicas cuando el fenómeno se somatiza. Surge la ansiedad o la depresión y ambas dan origen a numerosas bajas laborales.
A veces se puede experimentar astenia y agitación al mismo tiempo (tics nerviosos, temblor de manos); palpitaciones; taquicardia y pinchazos en el pecho; aumento de la tensión arterial; dolores musculares, sobre todo en la zona lumbar; cefaleas; problemas digestivos; trastornos del sueño e inapetencia sexual.
Estos síntomas terminan invadiendo la vida social y familiar del afectado, que opta por aislarse y quedarse solo.
Una de las principales características del síndrome es que se produce en profesiones que uno ha elegido libremente, es decir, son más vocacionales que obligatorias.
El inconveniente surge cuando los horarios no permiten solucionar todo lo que la persona quiere resolver, o cae en la cuenta de que había idealizado la profesión y la realidad no se parece en nada a lo que imaginó que iba a ser.
Los bajos sueldos, los escasos incentivos profesionales o la pérdida de prestigio social son también factores que propician la aparición del Burn Out.
Las profesiones relacionadas con el mundo sanitario, de la educación o la administración pública suelen ser las que más incidencia reflejan en las estadísticas. Se trata de personas que están en contacto con gente que tiene problemas y suelen ser ellos los que deben solucionarlos. La frustración se produce cuando ven que su trabajo no es productivo y sienten que su tarea es baldía. Según datos recientes entre el 20% y el 30% de los médicos, profesores y policías padecen el síndrome.
Investigación
La investigación reveló que hay una estrecha relación entre la calidad del sueño y la mejoría clínica de los pacientes que sufren este síndrome.

El informe asegura que la recuperación a través del sueño, luego de padecer dificultad para conciliarlo, al igual que el sueño reparador, permite que la persona supere niveles de agotamiento y vuelva a sus actividades cotidianas.

Los médicos sostienen que existe cierta resistencia a la recuperación espontánea. Algunos pacientes incluso pueden vivir con el síndrome hasta ocho años consecutivos.

Los científicos estudiaron durante dos semanas a 59 personas con licencia laboral extendida por sufrir Burn Out y volvieron a examinarlas a los seis meses.

Concluido este segundo plazo,sólo el 37% de los participantes había vuelto a sus tareas, presentando aún síntomas de agotamiento, mientras que aquellos que no se reincorporaron seguían sufriendo los síntomas.

El agotamiento se vinculó, de acuerdo a los investigadores, con la inadecuada recuperación a través del sueño; en tanto, el retorno laboral en forma completa se correlacionó con el sueño reparador y la superación de las dificultades para conciliar el sueño.

Finalmente, se observó un alivio significativo de los síntomas relacionados con el agotamiento, una superación del insomnio y de la depresión, además de mejoras en la recuperación del sueño y del sueño reparador.

Una de las conclusiones a las que se arribó es que el agotamiento parece disminuir durante los 10 meses posteriores a la deserción laboral.

El regreso al trabajo comprende un proceso lento, que puede acelerarse a través de intervenciones activadoras, como por ejemplo terapias cognitivo-conductuales, es decir, tratamientos que apuntan a que el paciente modifique pensamientos y comportamientos.

También confirmaron que los trastornos del sueño superados parecen representar un factor importante, tanto en el alivio de los síntomas como en el retorno laboral.

Aunque haya muchos tipos y grados de estrés, es preciso atajarlo cuando aparece para evitar trastornos mentales, enfermedades autoinmunes o enfermedades de la piel.

El estrés es una experiencia de inestabilidad psicológica como respuesta a factores ambientales externos.

Esta enfermedad es una fuente de patología y produce efectos a corto, medio y largo plazo.

Además, puede dañar el cerebro a nivel molecular y desde ahí, extender su daño a través de las hormonas al resto del cuerpo.

Por tanto, el mejor tratamiento es prevenirlo y una vez que se padece, intentar superarlo cuanto antes.

Así lo consideran destacados especialistas en la materia, entre ellos investigadores del Centro de Investigaciones Biomédicas en Red de Salud Mental (Cibersam).

Entre los desencadenantes del estrés están el exceso de información, el daño, el aislamiento, la presión grupal y la frustración.

Su presencia se puede manifestar en varias etapas, desde los primeros síntomas de alarma derivados de la tensión muscular, a la etapa de resistencia con el síntoma de tensión psíquica.

Si persiste en el tiempo, puede degenerar en agotamiento, con síntomas físicos somáticos.

Entre los síntomas psíquicos del estrés se encuentran el nerviosismo, la alerta, el insomnio, la falta de concentración y memoria, la irritabilidad, tristeza, falta de energía, disminución de la sociabilidad y desmotivación Como manifestaciones El estrés puede dañar el cerebro a nivel molecular y desde ahí, extender su daño a través de las hormonas al resto del cuerpo.

En cuanto a las consecuencias fisiológicas varían desde tener el cerebro activado permanentemente para la acción, sentidos alerta, hormonas, aceleración del pulso, respiración más profunda y músculos tensos, entre otros.

Esto puede desembocar en un trastorno de ansiedad. El estrés puede variar según sea el entorno que lo causa, su duración, la intensidad de éste y las consecuencias clínicas.

Por la naturaleza del entorno, cabe distinguir el “síndrome del quemado” o mobbing en el contexto laboral; tener padres mayores, enfermos crónicos o hijos problemáticos, en el entorno familiar; tener altas expectativas, incapacidad, abuso, acoso, exceso de responsabilidad o agendas cargadas; y además están los clásicos problemas económicos o con los vecinos, por ejemplo, en el ámbito social.

Si consideramos el estrés desde la perspectiva de la duración del estresor, se habla de estrés agudo cuando deriva de un acontecimiento puntual, como puede ser una muerte, una separación o un accidente.

El estrés se convierte en crónico si la situación estresante se prolonga en el tiempo; ejemplos de esto son el ya citado “síndrome del quemado” o el acoso escolar.

En cuanto a la intensidad del estresor, se pueden encontrar diferentes tipos de estrés: leve, coincidiendo con una gripe, una época de más trabajo o la enfermedad de un compañero; moderado, producido por un vecino problemático o la muerte anunciada de un familiar mayor; o bien grave, producido por una catástrofe, un atentado terrorista o una violación, por poner algunos casos de situaciones estresantes de diferentes niveles.

Dependiendo de las consecuencias clínicas, el estrés puede causar, desencadenar o perpetuar patologías agudas.

En estas situaciones se presentan síntomas de ansiedad, depresión, conductuales o bien mixtos, que son leves y recortados en el tiempo y no duran más de unos meses.

Pero también provocar patologías más fuertes, como los trastornos por estrés postraumático y trastornos afectivos.

Finalmente, el estrés puede dar origen a patologías crónicas, como el síndrome de fatiga crónica, fibromialgia y trastornos somatomorfos, en los que el estresor es crónico y los síntomas permanecen durante largo tiempo.

Por otro lado, el estrés puede desencadenar trastornos mentales (episodios depresivos, maníacos y psicóticos), las enfermedades autoinmunes (lupus, espondilitis anquilopoyética y colitis ulcerosa) y enfermedades dermatológicas (psoriasis y dermatitis en general), así como enfermedades degenerativas como las demencias.

Según los expertos, para superar el estrés lo mejor es evitarlo con modos sanos de vida, comunicarlo, resistirlo creyendo en uno mismo, limitarlo y tratarlo con ayuda profesional.

Una vez que se padece, hay que intentar superarlo lo antes posible, pues cuanto más se prolongue en el tiempo, más patologías puede desencadenar llegando a perpetuarlas.

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